sábado, 19 de setiembre de 2009

LA MAMÁ DEL TENIS


La belga Kim Clijsters regresó con todo, luego de su pronta y -para muchos- criticable decisión de retirase del tenis con apenas 23 años de edad y un futuro prometedor por delante, pero las ganas de tener una verdadera familia fueron más grandes.
Todas esas lamentaciones quedaron atrás, cuando Kim se reencontró con el éxito al superar a la danesa Caroline Wozniacki por 7-5 y 6-3 en la final del último Grand Slam de la temporada: El US Open.
La tenista de veinticinco años, logra el segundo 'major' de su carrera y no sólo eso sino que debido a una lesión en la muñeca seguida de su reito, Kim nunca pudo defender su título desde el 2005. Esta última victoria en el Flushing Meadows significa su decimocuarta victoria seguida, pero esta vez alentada desde la grada por su esposo Bryan Lynch y su hija Jada.
Con treinta y cinco títulos a sus espaldas, el último tras derribar a Wozniacki, esta mamá del tenis se ha ganado el mérito de ser la primera no cabeza de serie y la primera 'wild card' (invitada) en imponerse en Nueva York, así como la tercera mamá ganadora de un Grand Slam en la historia.
Clijsters advirtió que este retorno era algo experimental. Sus esfuerzos y expectativas eran para el próximo año, pero una vez más el deporte nos enseña que el empuje, el trabajo y la fe son el motor de los sueños.
Al lograr el matchpoint, Kim cayó de rodillas y comenzó a llorar, al igual que muchos asistentes. Ya más tranquila durante la premiación -y rompiendo todo protocolo- su hija de 18 meses, Jada, bajó a la cancha y posando junto a mami nos entregaron una de las escenas más tiernas que ha dado el tenis en los últimos años.
"Realmente no era nuestro plan", dijo Clijsters. "Sólo quería empezar con estos tres torneos y volver al ritmo de jugar al tenis y acostumbrarme al ambiente de nuevo".
"Ser madre es la mejor sensación del mundo", dijo Clijsters. "No puedo esperar para pasar las próximas semanas con ella y tener el horario de rutina en casa una vez más".

sábado, 12 de setiembre de 2009

El reconocimiento que le faltaba

El jugador más grande de todos los tiempos del básquetbol profesional de la NBA, Michael Jordan, vivió el viernes un sueño al entrar a formar parte del Salón de la Fama como cabeza principal de la Clase del 2009.

Jordan, que como profesional lo consiguió todo tanto a nivel de equipo, seis títulos de liga, dos medallas de oro olímpicas, como individual, recibió el último gran honor que lo inmortalizará para siempre.

"Todo comenzó con un pequeño balón y estoy convencido de que si no hubiese existido esa realidad, seguro que muchos de nosotros hubiésemos tenido problemas en la vida, de ahí todo lo que significa el juego", declaró Jordan en la rueda de prenda ofrecida por los que esta noche fueron introducidos de manera oficial.

A pesar de no haber sio el único jugador homenajeado, la figura de Jordan fue calificada de "excepcional" y "unica".

De ahí que cuando salió al estrado, con lágrimas en los ojos, todos los asistentes se pusiesen de pie para darle una gran ovación, y luego dejar que volviese a ser el mismo Jordan de siempre, imparable, espontáneo y ganador.