miércoles, 3 de febrero de 2010

SWEET SIXTEEN

Roger Federer, el hombre record del tenis, lo hizo una vez más, en una final que todos anticipaban como disputada, su Majestad sepultó el sueño británico una vez más, venciendo a Andy Murray en sets corridos y alcanzando así su Grand Slam 16.

Cuando Roger ya hacía méritos por estar entre los grandes de la historia del tenis, el gran Pete Sampras –cual premonición- aseguraba que Federer iba a quebrar su histórico récord de 14 coronas de Grand Slam y el 2009 fue el año en que el suizo igualó la marca del estadounidense en Roland Garros y luego lo superó en Wimbledon.

Pistol Pete, reiteró más de una vez que Federer alcanzaría 16, 17 o 18 Mayors en singles. Y vaya si tenía razón. Con esta última corona ya nadie puede seguir discutiendo la calidad, la mentalidad ganadora, el tenis brillante y la determinación del helvético. Ni tampoco el hecho de ser considerado el mejor de todos los tiempos, más allá de lo difícil que resulta comparar épocas.

Muchos incrédulos suponían que el tenis del suizo había bajado su nivel, pero el se encargó de disipar cualquier duda con actuaciones memorables como en la semifinal contra el francés Jo-Wilfried Tsonga.

El tenis dinámico que mostró su Majestad nos hizo recordar al relojito suizo del 2007. Justamente, ese año fue la última vez que había ganado en las semifinales y en la final de un Mayor sin perder un parcial. Y eso que esta vez Andy Murray llegaba muy firme, sacando mejor y con su magistral contragolpe, pero como predijo Roger en una conferencia de prensa, el escocés lleva sobre sus hombros los 73 años de expectativas que tiene el pueblo inglés, vaya que esa mochila le pesó en la final.

La cátedra de tenis que nos ofreció Roger durante el Abierto de Australia es cosa seria. Y, como si no fuera suficiente, los números ratifican el hecho de ser catalogado y reconocido como el más grande.

Federer obtuvo su 16° título de Grand Slam, en 22 definiciones jugadas de la máxima categoría. Acumula al menos una corona grande en cada uno de los ocho últimos años, sólo igualado por monstruos de los kilates del sueco Björn Borg (1974-1981) y de Sampras (1993-2000). Ha llegado a jugar 18 de las últimas 19 finales de Grand Slam, una marca simplemente extraordinaria.

Con esta copa en la tierra de los canguros y los koalas, Federer sumó 62 títulos profesionales, igualando a Borg y al argentino Guillermo Vilas, quienes se ubican quintos en la tabla histórica. Quedando a apenas dos coronas de Sampras. Ahora cuenta con seis copas de Wimbledon, cinco del US Open, cuatro de Australia y una de Roland Garros.

Un premio extra -como si algo le faltara- fue el de haberse afirmado como N° 1 del ránking de la ATP, sumando 268 semanas en la cima mundial y alcanzando así la marca del estadounidense Jimmy Connors. Ahora el hombre de Basilea está a únicamente dos de igualar las 270 de Lendl y a 18 de las 286 de Sampras. Y con Federer así, jugando a semejante nivel, nada es imposible.

Durante la final, disfrutamos de un Federer relajado y punzante en los puntos importantes, a diferencia de un Murray frustrado como pocas veces. Tan duro fue este golpe para el escocés que durante la ceremonia de premiación, con lágrimas en los ojos y la voz cortada dijo: "Puedo llorar como Roger; es una pena que no puedo jugar como él". Pero una vez más el helvético sacó a relucir su enorme grandeza y lo consoló diciendo: "Eres demasiado buen jugador como para no ganar un Grand Slam, así que no te preocupes".

Un deportista que ya lo ha ganado todo y quiere seguir haciendo historia, la motivación la tiene intacta como cuando ganó su primer Wimbledon, el hombre record seguirá dejándonos con la boca abierta y deleitando al mundo con lo mejor del tenis. Vaya que Sampras no se equivocó.